Texto: Alejandro López García & Nereida Rubio Gómez
Fotografías: Alejandro López García
Decir Dire Straits son palabras mayores. Nombrar a Mark Knopfler puede ser, para algunos, como mentar al dios de la guitarra. Y haber podido ver un directo de la banda, una auténtica apoteosis… lo más. Pero si no tuviste esa oportunidad en su momento, ahora te puedes sacar esa espina que tienes clavada en el alma de una manera grandiosa. Y es que ver en el escenario a Brothers in Band es casi como ver al mismísimo Knopfler acompañado por su séquito interpretando las míticas canciones de Dire Straits. Realmente una pasada. 20 temas más un bis para tres horas de concierto lo corroboran. Merece muchísimo la pena ver en vivo a esta pedazo de banda tributo que son Brothers in Band.
El público comenzó a llegar al Palacio de Congresos y Exposiciones de Sevilla con bastante antelación y empezaron a ocupar sus localidades, expectantes y nerviosos por lo emocionante del evento. Con media entrada larga (el FIBES es un recinto con una gran capacidad, difícil de llenar), Óscar Rosende y los suyos comenzaron el espectáculo al más puro estilo Alchemy. Intro de teclado y batería, el Stargazer, extraído de la banda sonora de la película Local Hero, voz en off presentando a la banda y el primer gran tema para abrir el concierto: Once Upon a Time in the West. Como en ese maravilloso doble álbum en directo. A lo que respondimos con la primera gran y emotiva ovación. Increíble como en la primera canción ya te puedes meter al respetable en el bolsillo. La entrega era patente y desde el minuto uno estábamos rendidos a la banda y acompañábamos las canciones con palmas cuando lo requería el momento o con bailes y entusiasmo general. Genial. Además las luces creaban atmósferas que engrandecían aún más las melodías interpretadas de manera magistral por estos artistas de A Coruña.
Poco a poco fueron saliendo los músicos: Miguel Qeixas a la batería, Rubén Montes a la percusión, Iago Mouriño al piano/teclados, al órgano Hammond y teclados Adrián Solla, al bajo Fernando Abenza y las dos guitarras, la solista del también vocalista y frontman de la banda Óscar Rosende y la rítmica de Antonio Abad. Para el tercer tema, Walk of Life, salió la pedal steel guitar con Pablo Gisbert mientras el cantante pidió al público que nos pusiéramos en pie y coreásemos el tema para que nosotros nos divirtiéramos tarareando otro de los míticos himnos de Dire Straits. Ocasión perfecta para la presentación de los músicos que estaban en escena. Luego volvieron a sonar canciones que hacen que se te erice la piel… Skate Away, Lady Writer, hasta que en la sexta, So far Away, entró el último músico que faltaba por aparecer, el saxofón de José Rodríguez… Momento también para el disfrute. Y después volvemos a uno de esos que son top ten en su discografía: Romeo and Juliet. Emocionante. Para Single Handed Sailor se quedaron solo las tres guitarras y el batería. Sonó genial. Es maravilloso poder disfrutar en directo de estos temas ‘menores’. Y volvemos a otro de los grandes. Con una introducción creando misterio sonaron los acordes de Private Investigation, que la alargaron como es debido. De nuevo el juego de luces acrecentó la grandeza de la música. Down to the Waterline. Were Do You Think Your Going me recordó que la discografía de Dire Straits es amplia, diversa, magistral, maravillosa… y el tema fue subiendo en intensidad hasta apoderarse de tus entrañas. Luego The Bug y Expresso Love, en el que el cantante tuvo un pequeño problema de monitores con el sonido del saxofón, que con suerte se solucionó porque llegaba el momento cumbre de la noche.
Móviles en mano, todo el mundo tratando de inmortalizar este instante absolutamente sublime grabándolo para la posteridad, cuando se escucharon esas notas imperecederas de Sultan of Swing. Bajo mi punto de vista un tema demasiado bueno para perdértelo por grabarlo con el móvil. ¡Cuánto daño ha hecho la tecnología a la música en directo! Hay gente que prefiere disfrutar un momento único a través de una pantalla que vivirlo en su plena expresión, para luego tener una grabación, en la mayoría de los casos, de una calidad ínfima, con la que poder alardear de que se estuvo en tal o cual concierto. Y me pregunto yo ¿no es mejor vivirlo intensamente y luego contarlo de viva voz? Yo opino que sí. Mientras, algunos que estaban sin móvil en ristre, aprovecharon para marcarse unos bailes, ‘tímidos’ éstos por lo angosto del patio de butacas.
Sultan of Swing sonó impecable y, cuando intuía que la versión que iban a tocar era la corta (la del disco Brothers in Arms y no la que suelen hacer en directo, con una duración que puede llegar casi a doblar la original) ya que parecía que la iban a terminar, salieron a escena los músicos que faltaban para alcanzar la cúspide, el momento culminante, el apogeo… el punteo final. Grandísima ovación con todo el público puesto en pie. A estas alturas ya nadie dudaba que la noche sería recordada por todos los presentes, tanto por los que estaban encima del escenario como por los que enloquecían en sus asientos. Terminado el tema el auditorio empezó a cantar el ya recurrente oé oé oé, a lo que respondió la banda poniéndole música a ese cántico. Seguidamente las congas anunciaban otro de los hits que no pueden faltar en un directo de la banda, aunque sea tributo. Y al entrar el saxo nuevos aplausos enfervorecidos, y es que Your Latest Trick volvió a llevar al público al éxtasis. Éxtasis que ya no abandonaríamos hasta la última nota del último bis, hasta que se encendieron las luces y supimos que esto de verdad había terminado, puesto que Brothers in Band se habían reservado para el final una traca colosal. Volvimos a deleitarnos con una intro mágica, la de The Carousel Waltz, que en este caso anunciaba el tema Tunnel Of Love, que se llevó su correspondiente ovación. La flauta travesera nos revelaba otro de los hitos del grupo, la maravillosísima Brothers in Arms (tema del que por supuesto coge el nombre esta banda tributo). Nuevamente algunos móviles hicieron aparición. Nuevamente el público se emocionaba con la maestría con la que sonaban los acordes. Incluso si cerrabas los ojos, en esta canción podías creer perfectamente que la estuviera cantando el propio Knopfler. Sublime. Pero todavía había más.
Se apagaron todas las luces y se encendió un foco que estaba en el suelo del escenario apuntando directamente a la guitarra que sirve de portada para el disco Brothers in Arms, cuyo haz de luz dirigió Óscar hacia el público, jugando con él. Y empezó a sonar Telegraph Road. Nuevamente la gente se puso en pie, ya que era difícil permanecer sentado viendo el espectáculo al que estábamos asistiendo. Money For Nothing fue el culmen de un concierto que llegaba casi a las tres horas de duración, pero que a nosotros se nos pasó como un suspiro. Y avisando de que el evento llegaba a su fin sonó Solid Rock, para terminar como empezó, a lo Alchemy. El público cantó entusiasmado este tema como en un intento de que no terminara el concierto, de alargar este fascinante momento, aunque ya sabíamos que tras la retirada de los músicos, quedaría un bis. Y éste no era otro que la maravillosa Going Home, tema del disco Local Hero, canción que todos vimos ya puestos en pie para despedir a una magnífica formación que hacen un espectacular tributo a la, para mí, mejor banda de todos los tiempos. Brothers in Band. Dire Straits.
Si tuviera la oportunidad de volver a verlos, a buen seguro que repetiría. Brutal.