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junio 29, 2022El Museo del Prado, insignia de la pintura clásica, se ha aventurado en jugar con las sinestesias al proponernos descubrir a qué huelen los cuadros. En concreto la sala 83 del edificio Villanueva alberga “El olfato”, obra de Jan Brueghel el Viejo y Rubens y auténtica protagonista de esta exposición interactiva y por partida doble sensitiva. Jugando con la tecnología de nuestra era y el clasicismo del siglo XVI, de donde data la pintura.
Pero hasta llegar a ella y a la parte interactiva que se propone en esta pequeña sala del mastodóntico museo, no sin poco acierto, se exhiben el resto de obras pictóricas que conforman la serie sobre los sentidos que ambos pintores compartieron, siendo ésta el culmen de sus obras juntos.
Así, los cinco sentidos se evocan uno a uno a través de los lienzos y la vista. Rubens se encargaba de las alegorías, mientras que Brueghel se encargaba de contextualizar y enmarcar la escena, todas ellas recreadas en interiores hasta llegar a la que nos ocupa en este artículo, “El Olfato”, el cuadro principal y con el que el Museo Nacional del Prado ha propuesto, por primera vez, una relación olfativa con la pintura en sí.
En esta obra, que evoca el jardín de árboles y plantas singulares que Isabel Clara Eugenia y su marido tenían en Bruselas a principios del siglo XVII, se representan más de 80 especies de plantas y flores, algunos animales relacionados con el olfato, como el perro sabueso o la civeta, y diferentes objetos utilizados en el mundo del perfume, como guantes perfumados, recipientes con sustancias fragantes, un ambientador que se calienta en un brasero o alambiques para destilar las esencias.
Para que el visitante tenga una experiencia olfativa completa se han creado diez fragancias que corresponden a distintos elementos del cuadro: alegoría, guantes perfumados, la higuera (éste aroma es fácilmente reconocible en algunos de los perfumes que utilizamos a día de hoy), flor de naranjo, jazmín, rosa, lirio, narciso, nardo y civeta, éste último, sin duda, el más desagradable, ya que recrea el olor de las glándulas de dicho animal, elemento usado para crear perfumes en el siglo XVII. A través de pantallas interactivas, el visitante va probando, con la ayuda de difusores de los diversos aromas, a qué olería cada uno de los elementos que se destaca en el lienzo como proveedor de dicha alegoría olfativa.
“La esencia de un cuadro. Una exposición olfativa”, comisariada por Alejandro Vergara, Jefe de Conservación de Pintura Flamenca y Escuelas del Norte del Museo Nacional del Prado, y Gregorio Sola, Perfumista senior de Puig y Académico de la Academia del Perfume, se puede disfrutar hasta el próximo 3 de julio.