Texto: Ruth García// Fotos: Cristina del Barco
El domingo 2 de octubre ocurrieron dos hechos muy especiales. El primero es que después de dos intentonas fallidas de ver a Death In June en directo, al fin podía acudir a la cita y en mi ciudad de origen, Madrid, donde el último concierto al que asistí se celebró 3 años antes. No podía desaprovechar la ocasión de darme un baño “dark folk”, rodeada de caras conocidas con las que he compartido unos cuantos años de sábados siniestros.
El acontecimiento musical se esperaba como agua de mayo en la capital también por dos motivos: son los conciertos los que vuelven a dar vida en su total plenitud al rollito siniestro (la música en directo mueve a gente que hace años abandonó las salidas nocturnas)… y Death In June se despedían, o así al menos lo han anunciado, de los escenarios.
Hay que ser valiente para traer (es la tercera vez que DIJ pasaba por Madrid), a bandas ideológicamente “confusas” (vamos a dejarlo ahí), como DIJ. Y más valiente hacerlo en domingo, con el resacón post finde a nivel 10. De ahí que considere de especial atención remarcar la pasión por la música en vivo que nos une a los que allí estuvimos, que precisamente no fuimos pocos, y a los promotores, Indypendientes, con Rafa Mari Chain a la cabeza. La sala Changó se llenaba y el color negro reinaba en ella. Magia.
La misma magia que sentí cuando Spiritual Front comenzaron a tocar. Ciertamente nunca había seguido demasiado a la banda italiana, pero me sorprendió gratamente la fuerza de su frontman sobre el escenario. Literalmente se metió al público en el bolsillo, obnubilado no sólo por su saber hacer, sino también por los visuales que se proyectaban (y es que ver a Robert De Niro en Toro Salvaje, filme de Scorsese, siempre es un gusto para la vista). ‘I walk the (dead) line’, ‘Jesus died in Las Vegas’, ‘Slave’, ‘Bastard Angel’… el público se entregaba por completo a los romanos y en concreto a Simone Salvatori, el líder de la banda y un artista de esos a los que te gustaría conocer por su humildad y sencillez. Chapó.
Y la magia prosiguió, porque no sin ironía la totenkopf que iba a presidir el acústico de DIJ se mostraba travestida, labios rojo pasión, haciendo clara alusión al actual momento que atraviesa Europa, ah…su amada y resquebrajada Europa. Le llegaba el turno a Douglas Pearce, ataviado con su clásica máscara y tras una intro algo larga, a decir verdad, comenzó el recital aullando, apelando al instinto animal de los presentes, acompañado de Miro Snejdr, con antifaz, gorro y vestimenta de camuflaje, reinterpretando clásicos como “Break the Black Ice”. Juntos nos hicieron disfrutar de “Life Under Siege”, “Wolf Rose” y “Till the Living Flesh is Burned”… Tras la retirada del eslovaco, Douglas abandonó también su máscara y tras colocarse sus gafas (con correíta para no perderlas, detalle que a más de uno le hizo sonreír), tomó su guitarra de 12 cuerdas y se zambulló en la parte del concierto más dark folk.
“Last Europa Kiss”, “The Fog of the World”, “The Accidental Protegè”, “All Pigs Must Die”, “Disappear in every way”…no faltaron los clásicos, ni temas que todos esperábamos como “Rose Clouds of Holocaust”, “But, What Ends when the Symbols Shatter?”,“Fall Apart” o “Little Black Angel”. Y es que aunque me faltó el punto electrónico que adoro absolutamente de esta banda, para mi lo que la hace esencialmente diferente del resto de grupos neo folk, cierto es que el formato acústico es el que se esperaba. Aún así me fui contenta, había cumplido una ilusión, el ver de cerca de Douglas Pearce. Esperemos que el anuncio de su retirada total sólo quede en eso.