Texto: Chimerical Quartet
Imágenes: Sara Llobet
Han pasado cinco ediciones del festival MiRA y sumamos nuestro tercer año como asistentes a un evento que se diferencia del resto por su crecimiento ascendente pero sin precipitación. Aprendiendo en cada reunión, mejorando, experimentando y ofreciendo sensaciones no habituales a los que nos congregamos en Fabra i Coats los dos días de música y artes visuales, en un espacio que empuja al disfrute.
El viernes atravesamos las puertas del segundo tema del directo de Rival Consoles. Allí permanecimos los treinta siguientes minutos disfrutando de un más que correcto live y de los primeros bailes y sonrisas de la tarde.
Después de pasear por el espacio y disfrutar de algunas instalaciones, nos acercamos a la nueva apuesta del festival, el Dome patrocinado por Adidas y que se mostraba como una “burbuja” gigante en la que nos introdujimos para ver el más que sobresaliente show de Entropía, música acompañada con visuales de fractales que recorrían toda la cúpula. Experimental y extraterreno desde su teseracto central, con juego de luces incluido.
Salir del Dome fue parecido a regresar a una realidad difícil de asimilar. Teníamos que acelerar el paso para ver el cierre de Prefuse 73, aunque su sonido no llegó a sorprender, sonando algo reciclado y poco nuevo, pese a las magníficas visuales que lo acompañaban.
La instalación mas destacable: TIMÉE (The music of the Spheres) de Guillaume Marimin y Philippe Gordiani. Una sala cerrada, oscura y envuelta en humo y en una pared proyectados rayos de luz blanca que cambiaban de intensidad, provocando una sensación de inmersión en otra dimensión perceptiva.
Con los pies de nuevo en la tierra comenzó la actuación más esperada, Andy Stott. Sin duda lo mejor del viernes. Ciencia, seriedad y un recorrido mental por los ritmos más rotos, sugerentes y arriesgados. Un maestro que siempre hace bien su trabajo, opinión que compartía la voz de los espectadores al final de la noche.
Más tarde Blanck Mass y Vessels se limitaron a cumplir con su contrato. Nada para recordar.
Descanso, buena comida y muchas ganas de abordar el segundo día de festival (aunque no llegué a ver a Lloret Salvatge ni tampoco disfrutamos de A Winged Victory for de Sullen…una pena).
Buen ambiente y un público más numeroso que parecía tener ganas de disfrutar. El primer escenario fue la Main Hall, donde actuaba Robot Kotch. Personalmente no es mi estilo, pero he de reconocer un directo elegante y bailable.
Esperaba con ganas elconcierto de los enigmáticos y esperados Dopplereffekt. Máscaras, sonidos de ciencia ficción y el resonar de máquinas analógicas que tanto añoramos en algunas ocasiones. En la línea de los grandes grupos de electrónica de los 90’s, seguros y mostrando tema tras tema, que se puede creer en viajes marcianos. Notable alto para los de Detroit.
Era el turno del islandés de adopción Ben Frost, presentando su último show “Aurora” (espectacular en el L.E.V. y en cada una de sus actuaciones). Quizás por eso escogí el live de Richard Devine, artista experto en hacer música con sintetizadores modulares. Una lección de maestría durante 60 minutos, que pasa posiblemente por ser la mejor actuación del festival. Espectáculo aderezado con unas visuales escandalosas.
Llegaba la media noche y el dúo español Loppkio después de sortear problemas de sonido y de sincronización de sus máquinas, nos ofrecieron un live technoide, lleno de groove y con esos detalles oscuros que ambos consiguen compactar a la perfección. Notable alto para Pina y Moduleight. La escena nacional está en forma y el público lo agradeció con un fuerte aplauso de baile sincero.
El privilegio de cerrar MIRA 2015 fue para Cardopusher, viejo conocido de la escena barcelonesa. Nunca fue un artista al que me fuera fácil halagar por el mal recuerdo de una noche, pero sin duda su “acid” y su penetrante ritmo, hicieron de la sala principal un lugar paradisiaco para el baile desenfrenado y sonreír de oreja a oreja. En resumen, el cierre sobresaliente para una edición arriesgada y diferente de un encuentro que ha logrado consolidarse como festival.