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febrero 19, 2019Texto: Ruth García // Fotos y vídeos: Ana Isabel Guzmán & Néstor Saiz
Comenzar una crónica siempre es un trabajo difícil. Ordenar todas las vivencias y emociones y darles luz a través de las palabras requiere un esfuerzo extra, especialmente cuando se trata de algo tan personal como para mi ha sido el Wave Gotik Treffen 2018. Sí, sé que ha pasado tiempo desde que aconteció el festival que tiene lugar en Leipzig, pero ha sido tanta la intensidad del mismo que necesité más de la cuenta para ordenar y poder plasmar todo lo disfrutado.
Hacía 8 años que no volvía a este encuentro que llena la ciudad alemana de música oscura en todas sus variantes, el acierto y la riqueza de un festival que cuenta ya con 27 ediciones a sus espaldas. Aunque tú pretendas ver a ciertas bandas, lo increíblemente bueno que tiene el WGT es que si te dejas llevar un poco descubres artistas que antes no conocías, idolatras a otros y desmitificas a otros tantos que no dan la talla en los directos. Afortunadamente, la mayor parte de los conciertos de los que gocé fueron increíbles.
Mi elección para el primer día fue clara: Guerre Froide, Boy Harsher y Ash Code. Los tres en Stadtbad y así, en ese mismo orden. La maestría de Guerre Froide, clásico del minimal wave, sobre el escenario dejó en una nimiedad los problemas que tuvieron con las visuales. Sin duda alguna, “Demain Berlin” resonaría en mi cabeza el resto de la noche y la imagen de Yves Royer permanecería en mis retinas, totalmente enamoradas del vocalista francés. Y es que Boy Harsher y Ash Code, pese a ser de mis elecciones más claras, decepcionaron debido a la calidad del sonido. Una lástima teniendo en cuenta que los primeros tocaron temas que son ya parte de los clásicos modernos de la música electrónica como «Pain» o «Yr body is nothing».
Casi a la carrera (algo que es más que habitual en el Treffen, debido a la distancia que hay entre las localizaciones), llegué a Rome, que abarrotaba el Volkspalast, donde pasaría el resto de la noche del viernes, a ritmo de neofolk. La gran riqueza del Treffen no sólo está en la enorme variedad musical que puedes encontrar, siempre dentro de lo que se conoce como “oscureo”, sino en las localizaciones donde tienen lugar los conciertos y las posteriores noches de bailoteos y risas.
El sábado volvió a ser Stadtbad el escenario donde disfrutamos de Zanias y de una de las más gratas sorpresas de este Treffen, Mr. Kitty. Alison Lewis (Zoe Zanias), es de las pocas artistas que nunca defraudan. Impecable el live de la australiana, vocalista de Linea Aspera y Keluar, que parece haber encontrado en solitario su propio sonido y que contó con la colaboración de otra gran artista sobre el escenario, Lynette Cerezo, voz de Bestial Mouths. Pero sin duda, el protagonista de la noche fue Forrest Avery Carney. El de Austin (Texas) desplegó sobre el escenario tanta energía como potencia tienen sus tracks, canciones que coquetean con el dance, la electrónica más trancera y el electro de corte oscuro. Divertidísimo, inagotable… espectacular. Tanto como lo fueron Wardruna, a los que llegamos ya avanzado el concierto, emplazado en el mastodóntico Agra. El proyecto que lidera el noruego Kvitrafn, ex miembro de las bandas black metal como Gorgoroth, Skuggsjá, Dead to This World, Sahg, Det Hedenske Folk y Malice in Wonderland, por nombrar algunas, llenaba de magia y ritual un recinto abarrotado por miles de personas (demasiadas a mi entender). Wardruna crea mantras inspirados en runas, crea atmósferas sobrecogedoras a través de la percusión, el viento y la voz, conectándote con la energía universal, con tu yo interno, con la voz que duerme en nosotros y que, de vez en cuando, permitimos salir. Esa misma voz me susurró un «no te vayas de fiesta que todavía queda mucho festival» y así hice… pese a ser tentada en numerosas ocasiones por un señor, de nombre Mario (era alemán), que pretendía enseñarme su furgoneta e invitarme a un Rioja. Adiós Mario, adiós fiesta… Hola a… (no os voy a contar, las mejores historias son en petit comité).
El objetivo del domingo era, sin duda alguna, Rosa Crvx. Una enorme cola esperaba a las puertas del Schauspielhaus, cola que obviamente nos saltamos ( una de las mejores ventajas que tiene el ir acreditado como prensa a este tipo de festivales es que no esperas ni un minuto en entrar y tomar posiciones en los conciertos). El teatro donde tuvo el lugar el concierto de este proyecto liderado por Olivier Tarabo (guitarra, percusión y voz) y Claude Feeny (teclado, voz), primero fue invadido por QNTAL y esa forma magistral y única de combinar la música electrónica y la medieval. La espectacular voz de Syrah llenaba cada uno de los rincones del teatro, preparándonos para el hechizo que, poco después, Rosa Crvx, desplegaría sobre el mismo escenario, conjuro del que fuimos testigos y parte… es imposible no involucrarse pese a que las letras son, casi siempre, en latín (mi lengua «muerta» favorita). «Onmes qui descendun», «Terribilis», «Aglon»… Poco de lo que os cuente os acercará a lo que podéis sentir viendo a Rosa Crvx. Las palabras no son suficientes para reflejar la infinita magia que despliegan, performance de arena incluida, sobre el escenario. De lo mejor del Treffen, sin lugar a dudas.
Pese a la gran variedad de fiestas que se organizan dentro del propio festival, con curiosidad y ganas me encaminé al Gothic Pogo Festival, un encuentro alternativo al Treffen, que no sólo apuesta por la música en directo, sino que además se postula como la mejor de las fiestas que esos días ocurren en Leipzig. La Gothic Pogo nunca defrauda y menos cuando el dj es Yggdrasil, a quien tuve el placer de conocer meses antes en el Entremuralhas. Gothic rock, post punk, batcave, electrónica… en la Werk II (antes escenario del Treffen y ahora enclave de la Gothic Pogo) se baila hasta el amanecer, se bebe barato y fresco, y una vez que «la pruebas», siempre repites… siempre. De hecho allí fue donde cerré, por este año, el WGT, el martes por la mañana, tras haber bailado sin parar toda la noche, como cantan El Columpio Asesino en «Toro», tema que también sonó en la Pogo, encuentro que no entiende de etiquetas.
Lunes, cuarto y último día de festival, pero no por ello el menos especial. Mi octavo Treffen no iba a ser ajeno a clásicos como Modern English y Trisomie 21, que abarrotan la Haus Leipzig. Llegamos ya avanzados los primeros y tuvimos que marchar antes de finalizar los últimos. Sí, una de las pegas que puedo ponerle a este festival es que el aire acondicionado brilla por su ausencia, lo que hace realmente insoportable permanecer en ciertos sitios sin desfallecer. En cualquier caso, «The Last Song» y «The Camp», himnos indiscutibles de la banda francesa, exponente de la cold wave, y liderada por los hermanos Philippe and Hervé Lomprez, sonaron y lo hicieron de manera magistral, atronadora.
El último y uno de los mejores conciertos que viví en el Treffen fue el que dieron The Other. Esta banda germana de horror punk no dio tregua a los asistentes. El Täubchental se llenaba con la impresionante voz de Rod Usher, uno de los mejores vocalistas que he visto jamás, en serio. No estaba demasiado puesta en la carrera de esta formación, pero me aventuré y acerté de lleno. Qué os puedo contar sobre este concierto… todo se resume en que fueron la gran sorpresa de mi particular Treffen. Para que veáis la dimensión de lo que os hablo, mejor dadle al play a los vídeos, me quedaría muy corta expresando así cómo me hicieron vibrar con temas como «Back to the Cemetery», «End of days» o «What It’s like to be a monster». Sencillamente maravillosos, tanto como los días que pasé en la bella ciudad alemana, cuna de Johann Sebastian Bach.
Sí, volví a terminar la noche en la Pogo y sí, volví a ver amanecer, poniendo la guinda a este festival que, por muchos años que pasen, seguirá siendo uno de mis preferidos. Mención especial a las personas que estuvieron presentes esos días y con las que compartí risas, bailes, cervezas… Issis, Marie, Tareq, Mariano, Mamen, Lourdes, Isra, Néstor, Aurelia Dinamita, Petra Flurr, Leire, Char Lee… todos hicisteis de este Treffen algo imposible de olvidar y muy difícil de mejorar. Fue y será, el año que viene, BRUTAL.