Texto y fotos: Nereida Rubio Gómez
Womex’16, la mayor feria dedicada a la world music. Y mayor en mayúsculas, puesto que lo que esta feria concentra es monumental. Para todo aquel que se dedique de una u otra forma a la música, esto es el paraíso.
Como en otras ocasiones, nosotros fuimos tempraneros y llegamos a la ciudad el primer día para inaugurar el festival, y qué mejor manera de hacerlo que, aún con ganas de descansar, ir a endulzar el paladar con una buena ración de pulpo a feira y unas copitas de albariño. ¡Delicioso! Después de tomar el tentempié dimos una vuelta por el centro histórico para ubicar uno de los escenarios donde los próximos días se celebrarían parte de los conciertos. Y una vez hecho esto nos desplazamos hasta la Ciudad de la Cultura donde estaba la feria con los stands promocionales y donde recogimos las acreditaciones. Además, allí mismo, se celebrarían conciertos, conferencias, programas de radio y proyecciones de películas.
Por la noche, en el Auditorio Galicia se inauguraba el Womex’16 homenajeando a la música española. Para ello se contó con la participación de Carmen París en representación de Aragón, María Arnal & Marcel Bagés desde Cataluña, los gallegos Talabarte y Cuarteto Caramuxo y el bilbaíno Kepa Junkera representando al País Vasco. Nosotros llegamos a tiempo para ver parte del concierto que ofreció el trikitilari junto con el grupo vocal y de percusión Sorginak, presentando su disco Maletak. Una maravilla ver al maestro de la trikitixa en directo.
El día siguiente, para comenzar la jornada musical, en la Plaza Quintana nos esperaban Trad.Attack. Los estonios hacen una música que, si bien es definida como rock, según el propio programa del festival, nosotros no sabríamos calificarla, pues se nutre de varios estilos que mezclan con la música tradicional de su país. El principio del concierto nos resultó un poco tranquilo, quizás porque llevábamos expectativas de que sería bastante movido. Pudimos ver cómo tocaron Kooreke, una de nuestras canciones preferidas, con lo que nos quedamos bastante satisfechos. Sin llegar a terminar la actuación nos fuimos a ver a Black String, que mezclan música tradicional coreana con jazz, dotando de un nuevo sentido a la música ancestral. Y es que claro, con más de sesenta conciertos repartidos en los cinco días que dura el festival éstos se solapan, por lo que si quieres ver muchos conciertos no puedes verlos enteros. Y desde Corea a Senegal. La cortina se abrió y bajo una luz muy tenue comenzaron a escucharse unas voces delicadas pero potentes. Se presentaron con suavidad, mostrando un soul en esencia. La luz tomó fuerza y visualizamos en el escenario a Faada Freddy, cantante y rapero senegalés que hace música gospel y soul a toque de voz y percusión corporal únicamente. Engalanados con sus trajes, muy formales al principio, mostraron al público la energía que eran capaces de desprender. Así pudimos verificarlo cuando empezó a sonar una de las canciones de la banda sonora de la película Pulp Fiction y no quedó nadie entre el público sin bailar. Y es que quedamos alucinados cómo solamente con su voz y con sus cuerpos como único recurso dieron un espectáculo de tal calibre.
Más tarde le tocó el turno al afro-trap, de la mano de MHD y a la cumbia por parte de Bareto y Puerto Candelaria. De forma paralela al festival actuaron los granadinos Eskorzo, Sonido Vegetal y Los 300. Éstos tocaron en la sala Malatesta, organizado el evento por la empresa andaluza Rootsound. Y, tras las funciones, el broche final lo ponían DJ Panko, Lord Sassafras y DJ Makala. Agradecemos a aquellos que siguen apostando por la música en directo en salas de conciertos, como es el caso.
Las actuaciones del viernes las abría la guineana Nakany Kanté en el Teatro Principal. Su música se sumerge en el pop mandinga y en otros estilos como el soukous, el mbalax o el afro-reggae. Y del teatro nos fuimos a la Plaza Quintana, donde Dudu Tassa & The Kuwaitis seguirían sorprendiéndonos. Empezaron a sonar las primeras notas y algo diferente nos esperaba. Esa magia en la que nos sumerge la mezcla de sonidos y que es capaz de transportarnos al más lejano desierto no tiene nombre. Es una experiencia colosal. Dudu Tassa reinterpreta la música árabe que hacía su abuelo y de esta forma nos presenta su rock iraquí, y acaba metiéndose por nuestro cuerpo, hipnotizándonos por completo.De un lado de la carpa al otro, donde hacía su aparición en escena el marroquí Mehdi Nassouli, experto en el hajhouj – una especie de laúd de 3 cuerdas fabricado con piel de cabra- y en otros instrumentos como las sonajas y la ghayta -especie de trompeta de origen africano-. Su música nos recuerda a una época pasada. Tiene un aire vintage y desértico, transmitiéndonos su positivismo y su energía con cada canción. Los siguientes en salir en escena fueron Throes + The Shine. Procedentes de Angola y Portugal, esta banda de kuduro fusiona el rock con la música electrónica.
Después pudimos disfrutar con los brasileños Bixiga 70. El grupo de afrobeat nos fascinó como esperábamos. Guitarra, teclado, batería, percusión y vientos nos pusieron a bailar al estilo de Fela Kuti, padre de este género. Precisamente, en 2012, participaron en el festival Felabration, que conmemora el nacimiento de Fela. En sus canciones los brasileños buscan explorar la fusión de la música instrumental de África, América y Brasil. Buscan fortalecer los lazos entre el pasado y el futuro a través de la música de países como Ghana y Nigeria, los tambores, la música mandinga, la psicodelia, y el dub. En definitiva, un espectáculo que puso a bailar al público y a formar una conga a ritmo de afrobeat.
Y para cerrar los conciertos de la Plaza Quintana ahí estaban Oligarkh. Los rusos hacen una música donde se mezclan los cantos ortodoxos, el folk ruso y música electrónica, que se complementa con un batería y una proyección con vídeos tomados de películas históricas, documentales, cuentos de hadas y viejos clips de televisión.
Para rematar el viernes, en la Sala Capitol pinchaban DJ Rachael desde Uganda con sus músicas del mundo, y Acid Arab DJ Set desde Francia, combinando el tecno y los ritmos de Oriente. El sábado comenzamos viendo a Noura Mint Seymali desde Mauritania, la cual mezcla sonidos del Sahara, del Magreb y de África Occidental. Y desde Brasil Nomade Orquestra, un grupo de brasileños que hacen afrobeat, ethio-jazz y reggae. Kondi Band fueron los siguientes en la Plaza Quintana. El grupo procedente de Sierra Leona mezcla los sonidos de su tierra con la electrónica, aderezando además un espectáculo visual enérgico con los bailes que ofrecen. Y al otro lado de la carpa Bargou 08 se presentaban con su música del Magreb y sus ritmos a base de tambores de marco, loutar y flautas que te trasladan a un lugar entre las montañas y la frontera argelina, un lugar donde se encuentra la pequeña ciudad de Bargou. Y para despedirnos de los conciertos del Womex `16 estaban esperándonos en el Salón Teatro el grupo Maltese Rock.
Los japoneses hacen folk de Okinawa. En ella se aprecian ritmos gitanos, punk, surf, rock y enka -estilo que combina sonidos tradicionales japoneses con melodías occidentales-. Una miscelánea para recordar. En la Sala Capitol los djs cerrarían el día. Allí estaban, desde Argentina El Remolón, con ritmos experimentales, dub y tropical; H.A.T. desde Marruecos, pincha músicas del mundo acompañado de una proyección de vídeos donde suenan los instrumentos a la vez en las imágenes y en la pinchada y DJ Satelite desde Angola, con afro house y kuduro.Y dando por finalizada la programación de conciertos, al día siguiente, para los que todavía quedábamos en la ciudad gallega, nos esperaba el acto de clausura donde se otorgaban los Annual Womex Awards, premios que se conceden en las categorías de Sello, a la Excelencia y Artista: el del sello discográfico recayó en Glitterbeat Records; el de la Excelencia fue a manos de Henry Artega, rapero colombiano líder de la banda Crew peligrosos y, para concluir, el premio a la mejor artista se le confirió a Calypso Rose.
Era domingo por la mañana. La alegría inundaba el Auditorio y por las ganas de pasarlo bien de los asistentes y lo entregados que estábamos todos cualquiera diría que comenzaba en ese momento el festival. Después de los premios, Calypso Rose dio un concierto que puso a todo el público de pie. Ella era la reina del escenario en ese momento y se notaba que el positivismo le recorre a día de hoy por el cuerpo. Nos puso a todos a bailar y corear a ritmo de Calypso. Y es que hace algo maravilloso: hace música que te alegra el alma. Y con la fiesta que se montó en un momento en el Auditorio nos dijimos adiós. El festival Womex ´16 se despidió de Santiago y de todos nosotros saludando a la próxima ciudad que lo acogerá. Katowice, en Polonia, será la privilegiada de dar cobijo al Womex `17. Nos encantaría poder acudir y transmitir todo lo que allí acontece. ¿Nos veremos en Katowice? Si no… siempre nos quedará Santiago.