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La vida es una película musicalizada. En lo que respecta a mi película personal, son muchas las veces que creo estar inmerso en un guión de Woody Allen basado en cualquier libro de Houellebecq, dirigida la cinta por Haneke (algunas escenas por Lynch) y musicalizada por Lou Reed. Asunto muy importante el de la música, porque por su versatilidad y poder tanto reflexivo como evocativo no nos permite escapar de su constante influencia en lo anímico o en lo circunstancial. ¿Puede existir la vida sin música? No, claramente. La banda sonora de nuestras vidas sin duda se ha nutrido, nutre y seguirá haciéndolo desde las experiencias (muchas veces cinematográficas) de la existencia en primera persona.
La premisa de vivir experiencias es el motor que mantiene viva la inquieta curiosidad a la que estoy enganchado de por vida, y enterarme del evento de MUTABOR y SYNTH VICIOUS en la sala PUMAREJO no hizo otra cosa que avivarla. Mi primera experiencia con ellos, que tendría como protagonistas a TATSUMI & MASAKO (Raül Sala), ESPINOZA y ËGG (Manu Retamero) para una propuesta sónica y visual que me pondría al día de las tendencias en la electrónica experimental actual.
Demasiado frío hacía fuera de la sala el último viernes, y al ingresar vi pocos asistentes para calentar un poco el ambiente, lo cual puede a priori decepcionar, pero en mi opinión le aportó un halo de exclusividad al asunto. No veníamos a bailar, eso estaba claro, más bien a ser parte, como público, de una experiencia que bien podría ser parte de una convocatoria artística multimedia de vanguardia.
TATSUMI & MASAKO es el proyecto musical de Raül Sala, conocido músico y productor responsable de bandas sonoras, esta vez acompañado de Oscar Fernández, artista visual con el que presentaron un set a dúo, repasando la discografía de T & M con proyecciones que fueron reproducidas en la magnífica pantalla de la sala, para recrear una experiencia casi inmersiva de música y video vanguardistas. Ciertos pasajes del set me fueron imposibles de no enlazar con escenas de películas, reales o creadas ahí mismo por mi propia imaginación al dilatar las pupilas y abstraerme a partir de lo que llegaba por oídos y vista. La fluidez de ese feedback constante duró los cuarenta minutos de presentación y tanto Raül como Oscar fueron buenos comandantes de viaje.
Manu Retamero (ËGG) fue el que siguió, presentándose en modo intimista. Aprovechando la poca y exclusiva asistencia, nos invitó a casi ser parte de su set, permitiéndonos observarle de cerca en su hacer musical y si cabe, corregirle. Gran parte de su set estuvo compuesto de su hasta el momento única producción, de corte ambient/ experimental en la que nos metió de lleno en situaciones inquietantes y claustrofóbicas que llevan al oyente a la introspección reflexiva, con algunos bellos pasajes melancólicos muy inspirados que invitaban a abrir los ojos y aliviado, respirar profundo y sentir el corazón todavía latiendo en el pecho.
El encargado de cerrar la fecha fue ESPINOZA, y podría resumir su performance como la intersección de las propuestas de ËGG y T & M en lo visual, musical y conceptual, con segmentos de Industrial/ Avant Garde y Noise en el repertorio. Gruesas capas de ritmos y arritmias surgieron de atmósferas sonoras futuristas que acompañaron a la espectacular proyección en pantalla.
Lo que se presenció en la sala Pumarejo el último viernes no fue un concierto o un bolo con DJ sets, fue una auténtica experiencia visual y sonora que como más arriba escribo, podría ser parte de una exhibición de multimedia vanguardista que podría presenciarse en cualquier festival de renombre. Cada uno de los pocos presentes tuvimos la oportunidad de llevarnos esta experiencia para sumar en nuestro anecdotario personal una total desconexión con la realidad y adentrarnos en las fauces felices o infelices del inner self para, de alguna manera, tal como es el objetivo del Arte, movilizar conciencias, destruir y construir nuevas. En fin, mejorarnos la existencia.