Casi tres días me ha costado bajar de mi nube, esa en la que me encerré el jueves noche, con la que atravesé ese famoso portal energético y numérico del que tanto hemos oído hablar: 11:11. Qué mejor forma de cruzar una puerta que con una de las bandas que han marcado tu vida. Y máxime 20 años después de gozarles en Santiago de Compostela. Enamorada en pleno año Xacobeo. Dos décadas han transcurrido desde la primera vez que vi a Robert Smith sobre un escenario. Santiago, Benicassim, Madrid y ahora Barcelona.
The Cure son un clásico en mi playlist semanal, pero cuando se acercan este tipo de encuentros me sumerjo absolutamente en la discografía del artista, entregada, brazos abiertos, expectante por comprobar si la magia es parte de ellos o ya se fue (cosas que pasan). En este contexto volví a dejarme llevar por una de las bandas que mejor ha envejecido, a pesar del tiempo, y de sacar discos sin pena ni gloria, ni chicha ni limoná.
Mas el “pero” es tan gigantesco como lo es la inmensa delicatessen discográfica que poseen los británicos. No te los acabas. The Cure son gigantescos, históricos, atemporales. Nos tocan la fibra y desde el minuto uno con “Alone” ya dejan claro el inicio de un discurso elaborado, impecable, místico y transmutador.
“Pictures of You” conmueve y bebiendo salsa agridulce nos conducen a la tan liberadora “A night like this” para después bailar sobre “Lovesong”, una de las canciones que más he escuchado en mi vida. Una carta de amor abrumadora e indiscutible. ¿Alguna vez os habéis sentido así? Pues ya sabéis de lo que hablo.
Miles de adeptos asistíamos a esa ceremonia sonora y escuchábamos con atención uno de los temas nuevos de la banda, “Nothing is Forever”. Track de melodía luminosa que dio paso a uno de los clásicos básicos, himno total, “Burn”. Muy a favor de esta banda sonora y del filme también, rodeado de misterio por la muerte de Brandon Lee en circunstancias extrañas, o al menos ese es el mito.
Me crecen las alas y los colmillos, ya estoy dentro. Oscuridad infinita que me abraza y me hace sentir libre. Noche oscura del alma, abrázame fuerte porque sé que lo mejor está por llegar. Y sí, estaba en lo cierto. “At Night” irrumpe en el Palau Sant Jordi. Me entrego como la primera vez que te das a alguien y bailo como quien baila con sus fantasmas. «17 segundos» han bastado a The Cure para hechizar al personal. De clásico en clásico y sigo…”A strange day”.
Mi piel se eriza y salivo. The Cure despiertan en mi ese instinto animal. Y de animales va lo siguiente… “Shake Dog Shake”, orgasmo absoluto. Me relamo mientras dejo que me envuelva la música en directo.
Hay temas sexys y luego está este. Obra maestra. Impecable la voz de Robert Smith a sus más de 60 años. Inconfundible el bajo de Simon Gallup. Sonido casi clarividente. Bailamos “Push”, y sí hablo en plural porque no estaba sola. Mi compañía era preciosa (Bibian Blue, Isma Anexia, Lourdes, Katherine, Robert…). La felicidad es esto.
Los primeros acordes de “Play for today” se intuyen y yo ya no puedo parar de sonreír. Como gatos, nos adentramos en el bosque sombrío y comienza a sonar el absoluto y brutal, “A Forest”.
Montaña rusa de emociones, “Trust”, “A Fragile Thing” (otro de los temas nuevos que sorprendió por su profundidad, calando al personal), y la infinita “From The Edge of The Deep Green See”, que es como una escalera inagotable, sube sube sube… sube…, para cerrar con “Edsong”, haciendo alegato de intenciones, firmando su manifiesto, como el que firma un poema o una carta. Como quien reclama su sitio y el de The Cure es el de pasar a la historia de la música, sin duda alguna.
Obviamente este sólo era el plato principal, todavía quedaba degustar muchas más piezas sonoras de este grupo que sigue siendo majestuoso en el escenario.
Y ahí estaban de vuelta con “I can never say goodbye”, “Plainsong”, “Prayers for Rain” y “Disintegration”, máxima expresión de lo que para mi es The Cure. “Lullaby”, “The Walk”, “Friday I’m in Love”… sorpresa!!! “Doing The Unstuck”, “Close To Me”, “In Between Days”, “Just like Heaven” y “Boys don’t Cry”. La última parte del tremendo recital sonoro fue dominada por esos temas que no puedes parar de bailar, que son en sí hits, gran parte de la cara más amable de esta banda que es necesaria e indispensable.
Indiscutible.