Texto: Ruth García Núñez de Arenas // Fotografías: Janet Toledo Ruiz
Marc Almond era una de esas leyendas de la música que aún no había podido disfrutar en directo (ni en solitario, ni como Soft Cell, banda mítica de la década de los 80’s, exponentes del synthpop británico). Sin embargo, el pasado viernes cumplí un sueño, verle en directo y en Madrid, concierto que era parte de su gira Chaos & The Hits (tour que tuvo que ser cancelado tras el Covid-19… otro más).
El cantante y compositor salió a escena cual diva que es y no dudó un instante en explicar a la audiencia que abarrotaba la céntrica sala Shoko que el concierto iba a ser atípico por una razón sumamente importante: Neal X tuvo que regresar con urgencia a Londres, ya que se lesionó tras el directo que la banda ofreció en Barcelona (donde me consta dieron un recital digno de ser enmarcado). Debido a este percance, Almond decidió cambiar radicalmente el setlist que tenía programado y echó mano de su telonero, Alex Lipinski, como digno sustituto del miembro de los también míticos Sigue Sigue Sputnik.
La ausencia de Neal X obligó a la formación encabezada por el vocalista y frontman de Sof Cell a realizar un set con menos guitarra y más teclados. Almond combinó temas de su último álbum, Chaos and a Dancing Star, con canciones como “The Stars We Are” o “My Hand Over my Heart”, emocionando desde el primer momento al público que, entregadísimo, obviaba la ausencia del «sputnik» y recibía con gusto a Lipinski (comentar que el artista no dejó de ser animado por el propio Almond, quien coreó su nombre en diversas ocasiones, imagino para que se sintiera parte de la banda y del propio show).
Si bien es cierto que Almond tocó temazos más recientes como «Golden Light», la realidad es que el concierto se hacía un poco lento por el exceso de baladas hasta que sonó «Bedsitter» y mi piel se erizó para no volver a su estado original hasta que terminó el directazo. Bailé encantada con “Tears Run Rings” y la archiconocida “Tainted Love”, el mayor éxito de su carrera, hasta que Almond puso el broche de oro final a la noche con la indiscutible “Say Hello, Wave Goodbye”. Y así nos dijo adiós, sin bises, sin ornamentos, sólo con su voz, sublime instrumento, y destilando una calidad humana y profesional tan brutal que no se le puede reprochar nada a este ARTISTA (así, en mayúsculas).
Volveremos a vernos, Mr. Almond, pero en Barcelona y con algo más de calor, por el festival «Alma de Pedralbes». Mientras tanto, déjeme saborear sus hits porque nunca pasarán de moda.